No niegues con tus palabras lo que pregonas con tus actos
Mireia: Recorro lenta tu piel de deseos, muriendo por llegar a tus labios, llega el ruido de los besos y la fogosidad de la pasión. .. Se ha conectado
Sentada en aquella silla aun recuerdo mis dedos temblorosos escribir cada palabra. Ese recuerdo que cada vez se hacía más y más débil y que ya nunca más cobraría ni vida ni sentido. Aun no sé porque los dejaba ver a la gente, tal vez con la esperanza de que alguien mirara más allá de una simple frase evidente o tal vez con la esperanza de que tú te dieras cuenta de cómo yo me sentía y dejaras mi historia terminar con un final feliz en el que ya no existieras. Sí, esa frase era para ti.
Como todos los días por la tarde en tu habitación. Frente de todos aquellos libros y apuntes mi pelo brillaba a la luz del sol que reflejaba por la ventana y que dejaban ver esa suavidad que escondía mi piel, una suavidad que ya hacía mucho tiempo que no acariciabas ni siquiera le prestabas atención.
El reflejo de aquel cuadro de graduación en el que estábamos tú y yo dejaba ver mi rostro. Mis ojos bordados con la esperanza de que te fijaras en ellos, mis mejillas rosadas pidiendo a gritos un solo beso tuyo y mis labios coloreados de sueño y sed de ti. Todo estaba perfecto, solo faltaba que tú me dieses lo que siempre me habías dado, algo que añoraba, que no solo guardaba lo superficial, sino que por dentro era calidez, deseo, pasión y sobretodo amor.
-¿Mireia? ¿En que estas pensando?
-Am, en nada solo miraba nuestra foto de graduación de la ESO, hace ya 4 años…y….
En ese momento cerró la puerta dejándonos aislados del mundo, de todo lo ajeno, solo estábamos él y yo. No sé porque, pero unas dulces mariposas revolotearon por mi estomago, y sin quererlo una pícara sonrisa invadió mi cara.
Recogí mis apuntes, mis libros y los guarde a toda prisa en mi bolso, no aguantaba más ver como a cada segundo mirabas el reloj, esperando a que las horas pasasen lo más rápido posible ¿el por qué? Prefiera no preguntar lo evidente.
Con la carpeta entre mis manos y el bolso colgado al hombro me dispuse a caminar por la calle solitaria, esa calle oscura que siempre me llevaba de vuelta a casa y que hacía pasar por mi mente miles de pensamientos. Ya no podía más, cada día mi vida se desvanecía viéndote más y más lejos mientras corría a tu alcance gritando tu nombre. Cuanto más corría hacia ti, mas lejos te veía llegado un punto en que desparecías de mi vista y todo mi mundo se convertía en un túnel negro sin salida donde no quedaba nadie. En el brillo de mis ojos se contemplaban mis lágrimas que un nudo en la garganta no dejaban escapar. O tal vez ya no había nada que derramar, pues ya me había ahogado en un mar de ellas.
Sentada de nuevo en aquella silla llena de recuerdos mis dedos temblorosos volvían a escribir palabras y mas palabras que solo tú y yo podíamos ver el sentido que guardaban. Esta vez eran a tu favor, yo siempre fui la mala de la historia, y ahora la que desaparecía seria yo, el final feliz era para ti. Te daba el regalo mas valioso que tenia, aunque pensándolo bien nunca te lo regalé, más bien me lo arrebataste.
Mireia: Me estremezco cuando me miras así, el deseo no me puede confundir, aún recuerdo el día q te conocí, siempre supe q no eras para mí.
Se ha desconectado.
viernes, 13 de marzo de 2009
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