sábado, 7 de febrero de 2009

Propuesta 4: Mariquitas

La propuesta consiste en inventar un contexto, una historia para que una frase aparentemente absurda, resulte lógica y creíble.
Un ejemplo podría ser el siguiente relato, basado en la frase “Miré el cajón del pan y ¿qué encontré? ¡de nuevo la vecina!”



“ Mientras recorría los escasos metros que separaban mi puerta de la suya, pensé que pedirle a Margarita que se ocupara aquel fin de semana de Tarzán, mi chucho flaco, no iba a salirme gratis. En el solitario universo de mi vecina, que un soltero le confiara las llaves de su casa podía significar una declaración velada, un quizá usted y yo, Margarita...Pero no había tiempo para escrúpulos, así que respondí a su sonrisa radiante con mi sonrisa forzada y me fui al aeropuerto.
Cuando la noche del Domingo abrí la puerta de casa, volví a salir para comprobar que no me había equivocado de piso a pesar de que ya Tarzán babeaba sobre la pernera de mi pantalón. ¿Qué demonios era aquello? Mi salón se había convertido en una especie de delirio estético de María Antonieta, de pesadilla cursi y floreada: en las paredes, papel pintado con ramos de violetas. Doce cojincitos sobre el sofá bordados con ¿begonias? ¿gladiolos?¿siemprevivas? ¡qué se yo!¡nunca me habían preocupado mucho los nombres de las flores!. Jarrón con claveles sobre el televisor, cortinas estampadas con florecillas silvestres ¡hasta Tarzán llevaba un abriguito acolchado de rosas rosa sobre fondo azul! Todo por obra y gracia de Margarita.
Necesitaba un trago. Fui a la cocina a por un vaso. No sé porqué miré el cajón del pan y ¿qué encontré? ¡de nuevo la vecina! Post-it rosa fucsia: Espero que te gusten. Abrí el cajón. Decenas de panecillos en forma de margarita- corazón oscuro de centeno y pétalos de un pan blanco angelical- se derramaron sobre la encimera, sobre el suelo de la cocina, sobre mis zapatos. No llegué a coger el vaso. Llevé la maleta a mi habitación, acabé de meter en ella toda mi ropa, cogí el ordenador portátil y a Tarzán, cerré la puerta con todo el cuidado de que fui capaz y me deslicé silencioso escaleras abajo. Aquella noche dormí en un hotel de las afueras, un Ibis, en concreto. Admiten perros. No volví a ver a Margarita. ”


Pues bien, la frase es la siguiente: “Sonrió y en ese instante, miles de mariquitas echaron a volar”

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